NO+
FANFARRIA TRANSFEMINISTA
CAPITALISMO. DESIGUALDAD ESTRUCTURAL. CONNIVENCIA ENTRE PODER POLÍTICO Y ECONÓMICO.
Esta crisis es una oportunidad para reinventar un mundo fuera de la autodestructiva lógica del capital, que sitúa a los sistemas económicos globales a merced de los mecanismos de mercado (en plena connivencia con las decisiones políticas) y se construye sobre la desigualdad.
La crisis del COVID-19 ha dejado al desnudo la falla estructural del sistema hegemónico. No vamos a soportar más soluciones mercantilizadas, que pasan por salvar a las grandes corporaciones financieras y siguen aumentando las brechas de la desigualdad y denostando a lo público y al cuidado.
El relato ficticio del “tren imparable del progreso” se rompió y no vamos a encarrilarlo más: queremos detenernos y apostar por una economía del decrecimiento, de consumo local y ecodependiente, construída en base a los cuidados y las redes de apoyo mutuo como bases sostenedoras de la vida.

NEGACIÓN DE LA CRISIS CLIMÁTICA.
Nuestra tierra está al borde del paroxismo: la constante deforestación y aniquilamiento de los ecosistemas (con los consecuentes desplazamientos de las comunidades indígenas) conforman el paradigma de nuestra autodestrucción.
A la ceguera ante la emergencia climática y social que políticos como Trump, Bolsonaro, Salvini o Boris Johnson siempre han evidenciado, se suma ahora, en plena crisis del COVID-19, el ocultamiento por parte del discurso de gobiernos y medios de comunicación de sus causas socioambientales: la explosión de enfermedades virales está íntimamente ligada a la deforestación y la forma de producción de la industria agropecuaria.
Tenemos que cambiar urgentemente el modelo de ser entre la tierra y la comunidad. Adaptarnos a los ecosistemas y no “dominarlos” por medio del crecimiento hipertrófico y destructor. Levantar un nuevo paradigma con los cimientos de la agroecología, el reciclaje de la economía circular, las energías renovables y el consumo local.
NO+
CONTROL Y REPRESIÓN SOCIAL. VIGILANCIA DIGITAL.
La represión y vulneración de derechos fundamentales, tan bien disfrazada con la máscara “democrática” europea, consiguió instalarse con la Ley Mordaza, limitando al extremo derechos como el de la libertad de reunión, y se ha normalizado durante el estado de alarma, utilizando la prevención como excusa para el autoritarismo y la violencia. Son constantes las denuncias por abusos y atropellos de las fuerzas de seguridad, que aprovecha la conmoción pública para actuar con impunidad.
La militarización de las calles, las multas abusivas a merced de la subjetividad de las fuerzas policiales, la moral de la “presunción de la culpabilidad”, la desmovilización de movimientos sociales (recordemos el cierre del CSAO La Ingobernable aprovechando el estado de alarma) son el escenario perfecto para una política totalitaria, en la que decrece la cultura de lo común y se bloquea nuestra expresión rebelde e indignada en el espacio público de las calles.
CIERRE DE FRONTERAS. POLÍTICAS RACISTAS Y COLONIALES.
Europa y EEUU se han construido como “estados-fortalezas”, cerradas en torno al discurso del odio al diferente y a las políticas genocidas. La securitización de las fronteras y las tecnologías de la identificación son los mecanismos para asegurar este fascismo territorial, por no hablar de los acuerdos con terceros países para externalizar las fronteras, la criminalización de la ayuda humanitaria en el Mediterráneo, las devoluciones en caliente y la constante vulneración de los DDHH en frontera.
La crisis del COVID-19 ha extremado el control territorial y la cultura del aislamiento, llevando el límite fronterizo a nuestros propios cuerpos. La tecnología sirve para ejercer un perfecto control y asegurar nuestra no libertad de movimiento, y el “miedo al contagio” se levanta en el señalamiento del otro, de lo que “viene de fuera” (no pasemos por alto que la sinofobia en forma de hostigamiento a la población de origen asiático ha sido una constante desde el comienzo de la crisis). Además, las políticas de represión social se ejercen con más fuerza sobre personas racializadas y migrantes (sólo hay que ver el mapeo de la presencia policial según qué barrios en las grandes ciudades).
No aguantaremos más esta regulación asesina del territorio, sus políticas racistas y su férrea vigilancia: soñamos con el mapa borrado, con la libre circulación de personas y la no discriminación de los cuerpos en su tránsito por el planeta.
SISTEMA PATRIARCAL. LGTBIAPQ+FOBIA.
El sistema capitalista y el patriarcal, lo sabemos, son dos caras de la misma moneda: su unión permite la identificación y categorización de los cuerpos, la estigmatización de las personas que no caben en la norma productivista y su opresión material, psicológica y social. El sistema patriarcal ha creado la cultura de la violación y de las LGTBIAPQ+fobias que oprimen y vulnerabilizan.
La falsa noción del binarismo sexual, utilizada a lo largo de la Historia para intervenir el cuerpo de les bebés intersexuales y para reprimir a aquellas culturas -por ejemplo, las de muchos pueblos indígenas americanos – que reconocían una mayor riqueza en la división de géneros, así como la patologización de las sexualidades no hegemónicas o su vinculación con enfermedades como forma de criminalización (pensemos en el brote del VIH de los 80) ha sido siempre una estrategia para ejercer la vigilancia y el control de los cuerpos propia de la tanato-política.
Es fundamental que en esta crisis del COVID-19, cuando el poder aplica medidas de gestión y control de los cuerpos, se exija claridad por parte de los gobiernos y políticas sociales más contundentes para frenar la brecha de la desigualdad, cada vez más profunda. No podemos permitir que se precarice aún más la realidad de aquellos trabajos invisibilizados por las instituciones: trabajadoras del hogar sin derechos laborales garantizados, cuidadoras sin contrato, trabajadoras sexuales sin respaldo alguno…
PRIVATIZACIONES. TRABAJO PRECARIZADO. MALTRATO AL SECTOR CULTURAL.
La represión y vulneración de derechos fundamentales, tan bien disfrazada con la máscara “democrática” europea, consiguió instalarse con la Ley Mordaza, limitando al extremo derechos como el de la libertad de reunión, y se ha normalizado durante el estado de alarma, utilizando la prevención como excusa para el autoritarismo y la violencia. Son constantes las denuncias por abusos y atropellos de las fuerzas de seguridad, que aprovecha la conmoción pública para actuar con impunidad.
La militarización de las calles, las multas abusivas a merced de la subjetividad de las fuerzas policiales, la moral de la “presunción de la culpabilidad”, la desmovilización de movimientos sociales (recordemos el cierre del CSAO La Ingobernable aprovechando el estado de alarma) son el escenario perfecto para una política totalitaria, en la que decrece la cultura de lo común y se bloquea nuestra expresión rebelde e indignada en el espacio público de las calles.
Durante estos meses extraños de encierro y distancia social, hemos mantenido la Fanfarria Transfeminista como un espacio de encuentro, reflexión y cuidados para repensar juntas lo que No vamos a tomar + , mezclando el We’re not gonna take it con las consignas del NO+ que hemos redactado colectivamente
👉🏾Hoy que empieza la NUEVA FUCKING NORMALIDAD compartimos con vosotras nuestro grito desafinado y rabioso por recordar con ruido y alegría el tipo de mundo que NO queremos, pero también con el que soñamos despiertas ✊🏽✊🏿✊🏼muy muy pronto volvemos a las calles con orgullo 🔻🟣🔊🎷🎺🥁💚🐞👩🏾🦽✨🌈🌪💥🦪🖤🎵🎶